viernes, 30 de septiembre de 2016

DITKO UNLEASHED CASAL SOLLERIC EXPO

CONTRACORRIENTE
El 29 de septiembre de 2016 a las 20:00 h. se abrio en el Casal Solleric de Palma la muestra dedicada a Steve Ditko, un autor inclasificable e indómito, figura legendaria del comic americano, todavía en activo y al borde de los noventa años.


Steve Ditko nació el 2 de noviembre de 1927 en Pensilvania. Pasó por la Escuela de Artes Visuales de Nueva York, donde tuvo como profesor a Jerry Robinson, creador del Joker. Pronto fue contratado por diversas editoriales, entre las que destacan Charlton y Marvel. En la exposición pueden verse dos de sus portadas para Charlton y dos historias cortas completas para Marvel-Atlas, que permiten apreciar la calidad de sus tintas desde el inicio de su prolongada carrera.


A finales de 1961 Marvel lanzó Amazing Adult Fantasy, una revista en la que todas las historietas fueron dibujadas por Ditko y escritas por Stan Lee y que recientemente se ha publicado en español, en un bonito tomo.
En 1962 se transformó en Amazing Fantasy, con un personaje que al año siguiente obtuvo su propia cabecera: Amazing Spider-Man. Para la muestra del Solleric se han reproducido los originales de la primera historia del superhéroe adolescente, en poder de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos.
En 1963 creó a Dr. Strange, cuya adaptación cinematográfica se estrenará en noviembre de 2016, con el muy peculiar Benedict Cumberbach en el rol protagonista. Veremos, de entrada han transformado al Anciano en una señora calva.

En la exposición pueden verse varias páginas de Dr. Strange y Spider-Man, incluyendo la famosa escena del alzamiento, una de las más populares de la historia del comic, aparecida en Amazing Spider-Man nº 33. Está unánimemente considerada como una cumbre de la narrativa visual, un ejemplo perfecto de cómo graduar una tensión siempre en aumento y de cómo estirar con precisión una escena dramática. En esa etapa Lee sólo se hacía cargo de los diálogos. A pesar del creciente éxito de sus héroes, Ditko abandonó Marvel en 1966.

Para Charlton creó otros héroes como Captain Atom o Question y renovó a Blue Beetle. También ayudó a su amigo Wood con los T.H.U.N.D.E.R. Agents. Para DC creó a Creeper y dibujó Hawk & Dove, una de cuyas portadas forma parte de la exposición. Para la editorial Warren facturó inolvidables historias con guiones del gran Archie Goodwin. Se incluye una abultada muestra de este material realizado con aguadas, además de una historieta completa: “The Spirit of the Thing!”.

A finales de los sesenta colaboró con innumerables publicaciones independientes donde presentaba sus historietas más radicales, entre las que destacaban las protagonizadas por su héroe Mr. A. El autor conserva todo ese material pero no desea mostrarlo en público.

La exposición sí que permite disfrutar con algunas de las innumerables planchas de terror que dibujó para Charlton en los setenta, incluyendo portadas. En los ochenta comenzó su itinerancia por las editoriales emergentes, como New Media, First o Pacific, para quienes creó al surrealista Missing Man. Esa década fue la de su vuelta a Marvel, entonces sólo como dibujante a lápiz. Pueden verse algunas de sus páginas para Drácula, Iron Man o Chuck Norris, pero sobre todo destacan las de ROM, algunas entintadas por Craig Russell o John Byrne. Es un personaje al que no se ha prestado la debida atención. Los guiones eran de Bill Mantlo y Ditko se incorporó en el nº 59 (1984). Aunque sólo se encargó de los lápices, hizo un trabajo excelente que bien merece una revisión. A ver si alguien se anima a reeditarlo.

Con motivo de esta muestra la editorial IDW ha publicado el libro Ditko Unleashed, un volumen de cuatrocientas páginas donde se incluyen cuidadas reproducciones de todas las piezas. La exposición se complementa con reproducciones de su trabajo más personal e independiente, con personajes como Mr. A., Static o The Mocker, publicaciones originales, un documental que repasa algunos de sus rasgos más característicos y otras sorpresas.

LA FAMA CUESTA

Muchos de los héroes de Ditko son periodistas. Peter Parker trabajaba como reportero en un periódico. También Mr. A., Question o Creeper. El trabajo periodístico permitía que sus protagonistas estuvieran próximos a la acción de una manera natural. Siempre se debaten ante el gran dilema moral: contar los hechos tal y como los han descubierto, o ceder a intereses, chanchullos, presiones constantes. 


Es habitual que sus héroes afronten las amenazas de directivos y patrocinadores. También que sean los dueños de las compañías quienes den la cara por los infortunados reporteros y les permitan hacer su trabajo. Por eso no son nunca figuras populares. Al revés, la turba los aguarda a la entrada de los estudios para difamarlos ¡por contar la verdad!

La televisión, las redes y los nuevos media han convertido la transparencia en el valor supremo. Sospechamos de quien no se muestra “tal cual es”. ¡Algo tendrá que ocultar! Ditko en cambio elige la opacidad, el silencio incómodo. En los años sesenta los aficionados comenzaron a agruparse en torno a los primeros fanzines y convenciones.

El autor concedió numerosas entrevistas y hasta asistió al primer Salón de Nueva York, el único profesional que se acercó por allí. Y luego el silencio, ni declaraciones ni fotos. No ha vuelto a hablar de su vida privada y cuando fueron a indagar a su pueblo, preguntando por él a familiares y amigos, no le gustó. Pero nunca ha renunciado a hablar de su arte y su visión del mundo. Es posiblemente el autor de comic con una obra literaria más extensa. Ditko escribe sobre su trabajo en Marvel, sobre los fans, sobre el acto de crear y el 11-S, sobre lo que se les ocurra. Con claridad y sin misterios.

Respeta el trabajo, propio y ajeno. Y desprecia a quienes buscan su minuto de gloria sin tener nada que mostrar. ¿Quién eres, qué haces? Para él son preguntas equivalentes. Desde que abandonó Marvel en los sesenta Ditko ha seguido creando, sin descanso. Todavía hoy, octogenario, publica varios comics originales al año. Pero cada vez menos aficionados se acuerdan de él o saben de su existencia. Mientras, Stan Lee, el co-creador de Spider-Man, aparece repetidamente en series como Big Bang Theory y en todas las películas con superhéroes de Marvel. Es mundialmente conocido pero ¿por qué? ¿Cual ha sido su obra en los últimos cincuenta años?

EL BIEN O EL MAL

Lo anterior, por supuesto, guarda relación con su filosofía vital. Todo está en su obra. Bien a través de personajes que transmiten sus ideas, como Mr. A, Question o Static, o con ensayos escritos o visuales en los que expone su punto de vista. Algunos, por cierto, tremendamente originales por la manera en que articula textos e imágenes.


La raíz de su pensamiento es aristotélica y se basa en una simple afirmación: la realidad es objetiva. A es A. A partir de ahí se aplica el principio de no contradicción. A no puede ser no A. Lo cual, cuando descendemos a un terreno tan popular como el de los superhéroes, quiere decir que si alguien es bueno no puede ser al mismo tiempo malo. En muchos relatos de Mr. A. aparece el neutralista, un personaje despreciable que supone que puede caminar por el gris sin mancharse. “Si nadie me ve, si nadie lo sabe, por una vez, no hay que ser extremista, no está tan mal…”. Ditko repasa obsesivamente la retahíla del autoengaño para llegar siempre a la misma conclusión. Ninguna persona está “un poquitín embarazada”. Por eso desprecia y así lo ha expresado en numerosos artículos, el concepto de antihéroe. Gran parte de los creadores que le siguieron han convertido a los personajes originales en la negación de lo que significaban. Como demuestra el siguiente ejemplo.

Cuando la compañía Charlton cerró, DC compró las licencias para publicar sus personajes. Ditko había creado o trabajado con algunos de ellos: Question, Captain Atom y Blue Beetle. Se los ofrecieron a una estrella emergente, Alan Moore, el iconoclasta guionista británico. A partir de ellos creó Watchmen (1986). Aplicando abundantes dosis de cinismo y crítica, el inglés contó al mundo lo que pensaba de las ideas de Ditko, practicando una inversión de todos sus valores.
Question, convertido en Roschach, era un psicópata asesino con traumas infantiles a quien le gustaba matar para aliviar sus frustraciones. Blue Beetle se convertía en el anodino Buho, que necesitaba ponerse su traje para mitigar su impotencia; en una curiosa pirueta lógica, disfrazarse era lo que le permitía quedarse en pelotas. El monstruoso Doctor Manhattan, un científico al servicio del gobierno que perdía progresivamente su humanidad, se derivaba de Captain Atom. Ozymandias, el hombre más listo del mundo, estaba dispuesto a liquidar a una buena parte de la población para salvar al resto. En fin, los héroes eran presentados como enfermos, sociópatas con problemas afectivos, vigilantes en quienes no se podía confiar, tipos raros que necesitaban vestirse con capas para sentirse superiores a los comunes mortales.

DITKO UNLEASHED - Timelapse working on the exhibition Casal Solleric from Casal Solleric on Vimeo.

La cosmovisión de Moore era abrumadoramente negativa. Miller ya había ofrecido aquel mismo año 1986 su versión más dura de Batman en The Dark Knight Returns. En 1989 Tim Truman presentaría Hawkworld, otra aproximación oscura a la figura del superhéroe. Pero en ambos casos las reacciones extremas de los protagonistas se presentaban casi como lógicas al enfrentarlos a villanos brutales y sociedades rematadamente corruptas.
En Watchmen la propia idea del bien había sido extirpada. Aun más, el mal no existía. ¿Contra quién luchaban aquellos tarados con máscaras? Contra sí mismos. No extraña que los lectores se entusiasmaran con el personaje de Roschach, el único que aún mantenía en su ADN parte de los genes implantados por Ditko, el único que no se rendía al final, dispuesto a enfrentarse al mal aun a costa de su vida. Él era el loco y Moore lo liquidaba. Los demás callaban y seguían con sus vidas en una apología del crimen colectivo, del chivo expiatorio como elemento conciliador. Nada podía ser más opuesto al pensamiento de Ditko.

DITKO, ETC

Ditko nunca quiso ser un ilustrador, sino un dibujante de comics. En sus inicios demostró que podía ser tan bueno como cualquiera, pero con el paso de los años se hizo evidente que priorizaba el relato antes que las formas, siempre al servicio de la historia. Paradójicamente es un autor muy interesante en su vertiente gráfica. Nadie ha permanecido tanto tiempo como él investigando nuevos grafismos, en gran medida gracias a su voluntad de ajustarlos a lo narrado, de darles una importancia relativa en el balance final. Nunca se esforzó por parecer bonito, pero Ditko siempre fue Ditko.


Su originalidad le llevó a mejorar relatos ajenos, apropiándoselos, y a crear comics que abordaron una constelación de temas y preocupaciones poco convencionales. En Ditko es imposible separar la narración de las ideas. Sus argumentos son vehículos frenéticamente dirigidos por sus conceptos. A pesar de que se le asocia con los superhéroes, ha sido muy crítico con aquellos creadores que han renunciado a hablar de la realidad. Se ha situado en el centro de una antigua controversia: ¿debe el arte transmitir ideas, reflejar algún tipo de verdad? ¿O sólo entretener, distraernos de una realidad angustiosa? Quiso trascender el puro divertimento, convencido de que toda obra expresa una visión del mundo. La imagen del hombre que aparecía en sus viñetas fue siempre positiva, ensalzando su grandeza y señalando las miserias como errores que podían y debían evitarse. La figura del héroe surgía casi como una necesidad, precisamos referentes que nos inspiren, de ahí su desprecio por los anti-héroes.

Nunca ha sido un aburrido predicador impartiendo doctrinas deprimentes. Al contrario ¿qué puede haber más imaginativo y estrafalario que los universos de los Doctores Strange o Graves, el vestuario de Creeper, Shade o Madman, el humor de Killjoy o Missing Man y tantas y tantas otras muestras de su genio gráfico y literario? Entre sus planes no se contaba dar la paliza a los lectores. Quien lea sus obras encontrará constantes desafíos gráficos y conceptuales.

Ditko ha encarnado un ideal, una forma de entender la realidad, con el individuo como motivo central. Muchos de sus colegas expresan una sentida admiración hacia su trabajo y un profundo respeto por su carrera. No faltan quienes le han atacado por motivos que sólo puedo calificar de ideológicos. Él se ha enfrentado a la multitud, sin temor a ser señalado como diferente. A su feroz defensa de la libertad individual se opone la unanimidad de la plaza pública y de lo políticamente correcto.
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viernes, 23 de septiembre de 2016

BARBARROJA 7. COMIC MAR

Barbarroja integral de Pellerin y Charlier, edita Ponent Mon
Charlier y Pellerin
Ponent Mon, 2016.
160 páginas, 32 euros

ANTES DEL GAVILÁN 


El último Integral de Barbarroja, Jaque a los negreros, depara una sorpresa muy agradable: la participación de Patrice Pellerin.


Como ya he comentado en anteriores artículos la aparición de integrales franco-belgas ha sido una verdadera bendición para los lectores, que han podido recuperar obras inéditas en España. La pega es que no en todos los casos esas recuperaciones eran necesarias.

Nunca he sido un fan de la serie Barbarroja ni de Charlier. Hace años Navarro la rescató para las páginas de la revista Viñetas y allí pude comprobar lo caduca que resultaba. Aunque su guionista goza de un enorme prestigio como autor de Blueberry, nunca me ha parecido ni especialmente original ni profundo. Reconozco que disfruto con las aventuras de Tanguy y Laverdure, otra de sus series más conocidas y que también se está reeditando. Pero ese placer se debe en gran medida al talento de sus dibujantes, Uderzo primero y Jijé más tarde. Y no anula la constatación de un hecho, como es la tendencia del guionista a repetir situaciones y fórmulas. Si aparece una bella señorita en la serie, no duden que se aprovechará del pobre Laverdure e intentará sacarle algún secreto militar-industrial.

En fin, que no había intentado repasar las aventuras de sus piratas porque además en ese caso el dibujante que le acompañaba carecía del talento de los citados o de Giraud-Moebius en su popular serie del oeste. La sensación que proyectan sus páginas es de un abuso de textos en el marco de una paginación muy rancia con un dibujo tan académico como desfasado.

Pero es que el último tomo publicado está firmado por Pellerin ¡Y eso son palabras mayores!

Barbarroja integral de Pellerin y Charlier, edita Ponent Mon comic mar piratas aventura
Ya recomendé en su momento la lectura de su saga El Gavilán, uno de los productos europeos de mayor calidad de los últimos años. En esta aventura de Barbarroja se nos permite contemplar los inicios en la profesión del joven Pellerin. Ya tenía cierta trayectoria como ilustrador cuando fue atraído por el mundo del comic. Sólo por eso mi visión de Charlier ha cambiado. El guionista colaboró en dos álbumes con la joven promesa y luego falleció. Pero antes de morir había animado a Pellerin a escribir su propia versión de los personajes que él había creado. El dibujante realizó unas planchas... que luego decidió convertir en una nueva saga: ¡había nacido El Gavilán! Esas pruebas pueden verse en los extras de este volumen.

Respecto a la aventura que contienen los dos álbumes que componen el libro, representa al mejor Charlier, lo cual no sé si es decir mucho. El primer álbum funciona como una introducción. Parte de los piratas cae en manos de una tribu africana y el resto de la tripulación se ve obligado a buscar a otros nativos que habían sido raptados y vendidos como esclavos. Para recuperarlos necesitan dinero así que deciden robárselo al rey de España.

En el segundo álbum cuando acuden a comprar a los esclavos estos se han rebelado y tienen en jaque a las autoridades, complicando mucho la vida de los piratas. Todo es interesante y bienintencionado y la denuncia del comercio con hombres y mujeres es correcta y sin subrayados. No hay momentos muertos y constantemente ocurren cosas. Por supuesto Pellerin cumple con su eficacia habitual. Dibuja bien personajes y paisajes, sus barcos parecen perfectamente documentados y es un gran narrador. Y los álbumes nos permiten contemplar un dibujo algo más crudo respecto al que luego exhibirá en El Gavilán: el mismo creador, sin pulir. No hay ningún pero que ponerle a la vertiente gráfica de la obra. El guión es entretenido y busca la inspiración de las grandes películas de piratas, aunque le falta profundidad y chispa.
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viernes, 16 de septiembre de 2016

HARROW COUNTY, TERROR COMIC

Harrow County de Bunn y Crook - comic terror fantasmas
Cullen Bunn y Tyler Crook
Norma editorial, 2016.
152 páginas, 17,50 euros.

FANTASMAS Y MONSTRUOS 


Aparentemente el terror siempre interesa al público. Variando sus asuntos y mutando sus temas el género se mantiene vivo y con buena salud, parece que nos gustan los sobresaltos.


Desde que en la década de los cincuenta del pasado siglo la EC publicara varias obras maestras que provocaron el entusiasmo de sus lectores (y a medio plazo la aniquilación de la editorial), los comics de miedo han vivido diversas transformaciones.
En aquel primer momento una oleada de corrección política decidió que aquellos relatos morbosos no eran adecuados para niños y consiguió erradicarlos de los quioscos.
Hasta que en los sesenta Jim Warren decidió desafiar la censura y revivió el género de terror. Luego los grandes le siguieron, aportando en algunos casos obras maestras como La Cosa del Pantano de Wein y Wrighston para DC. Pero en general el miedo siempre ha sido un poco indie. Pide independencia, riesgo y no poca innovación.

Por eso, aunque se han hecho innumerables revisiones de los terrores más tradicionales, del Hombre-lobo a Drácula, también se ha experimentado con nuevos miedos como el apocalipsis nuclear y, sobre todo, los zombies. Ellos han sido los protagonistas de las historias de horror más interesantes de los últimos años, pero no los únicos. Merecen una mención especial las aportaciones inglesas al que si no sería un territorio exclusivamente americano. La reinvención de La Cosa del pantano a cargo de Alan Moore, posiblemente el mejor trabajo de su carrera, y la serie que se derivó de uno de los personajes que creó para esa saga: Hellblazer. Recientemente se ha reeditado y los primeros episodios de Delano, Ridgway y Talbot siguen siendo excelentes, no tanto el resto.

Frente a los zombies, que asustan por su pútrida y descerebrada materialidad, vuelven siempre los fantasmas, que aterrorizan por lo contrario: no podemos tocarlos. En esa línea clásica Harrow County supone una agradable revisión servida con un bonito dibujo y un color encantador. El diseño del niño-piel es una idea ingeniosa y toda la ambientación en esa USA rural de los años treinta es convincente y sin duda ayuda al clima frío del relato.

Realmente nos transporta a esos oscuros bosques donde se desarrolla la acción y sus fantasmas en llamas son atractivos. Pero luego el verdadero terror no llega, el comic no cruza esa frontera que nos hace estremecer y el dibujo al final es demasiado acogedor como para transmitir bien la atmósfera de mentiras y enredos que entreteje el guión.

Mucho más efectivo resulta El Dios Rata, la última entrega de Corben. Hace ya años que firma comics liosos y con diálogos mejorables. Y él mismo parece participar de cierta desidia con su dibujo, con viñetas rutinarias al lado de otras extraordinarias. Aquí no se aleja mucho de esos parámetros. Pero su arte es tan convincente, tan carnal y morboso, que sus pocos destellos de genialidad valen más que los esfuerzos de autores menos capacitados y compensan la lectura de una historia embarullada y confusa.
Emplea como protagonista a un trasunto de Lovecraft, al que retrata como puritano y racista, y juega con él enfrentándolo a una lujuria ante la que por supuesto sucumbe. Esas tentaciones lo lanzarán a un infierno plagado de bestias malignas y monstruos varios. Terrenos donde Corben se mueve como pez en el agua. Nadie dibuja tetas como las suyas ni expresa el terror o el deseo como él. Bien o mal, siempre es Corben. Y eso es mucho decir.
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