viernes, 24 de abril de 2015

LLEGÓ EL ALBA de WALLACE WOOD

Llegó el alba y otras historias de terror illustradas por Wallace Wood, edita Norma recopilatorio
Norma Editorial, 2015.
200 páginas, 25 euros.

NADIE LE LLAMABA WALLY


En 1926 nacieron Joe Maneely, Russ Heath y Joe Kubert. En 1927 John Buscema, Steve Ditko y Wally Wood. Los seis forman ya parte de la historia del comic y tan sólo dos siguen en pie: Heath y Ditko.


Aunque todos aprendimos a distinguir a Wally Wood y su característica firma en letra gótica, nadie lo llamó Wally, sólo Wallace o, los que tenían más confianza, Woody. Permanece en la memoria de los aficionados como el creador de mundos tiernos y salvajes, dibujante de mujeres explosivas y maestro de entintadores, reconocido por la brillantez de sus acabados, sus dobles luces y brillos siempre personales. Su trabajo lleva publicándose en España desde hace décadas y es bastante popular.

Ahora nos llega un volumen, una traducción del original editado por Fantagraphics en USA, que agrupa algunas de sus historietas de juventud cuando entró a trabajar en la mítica editorial E.C. Constituye una afortunada recuperación que viene a sumarse a tantos otros recopilatorios que llevan meses alegrando las estanterías de las librerías especializadas.

En sus comienzos Wood compartió estudio con Harry Harrison, que escribió la novela en la que se basa el excelente film de Fleischer, Soylent Green. Juntos aprendieron a dibujar y escribir guiones mientras iban publicando en las peores editoriales del mercado, las únicas dispuestas a pagar algo por el trabajo de aquellos bisoños.

Así que ya pueden suponer que la primera sección del volumen tiene interés sobre todo para arqueólogos del comic, que disfrutarán notando las referencias a Eisner que abundan en esas primeras planchas. Luego Wood desarrolló su propio estilo, que por contraste aún brilla más en la segunda sección. Por sí sola justifica la adquisición del tomo, aunque este material ya se había publicado antes en español, en una mini edición de Planeta. La verdad es que apenas cuenta porque el tamaño no permitía apreciar con justicia el arte de Wood, detallista y con una iluminación muy expresiva.

Llegó el alba y otras historias de terror illustradas por Wallace Wood, edita Norma
En cuanto al componente terrorífico que se anuncia en la portada, se aplica más a la primera sección, donde abundan los despedazamientos, los zombies y los hombres lobo, que a la segunda, que tiene otro cariz. Aunque no rechazó el género, no puede decirse que Wood fuera un especialista en terror. Se inclinaba o bien hacia la parodia, que practicó durante años en la revista Mad, o bien hacia la fantasía y la ciencia-ficción, donde fue un maestro cuya influencia todavía perdura. No debe olvidarse que fue quien dibujó los bocetos para las primeras cartas de Mars Attacks, en las que más tarde Burton basaría su película.

Pero resulta que entre un género y otro realizó un increíble conjunto de historias con el guionista Al Feldstein, que todavía hoy sorprenden por lo avanzado de sus planteamientos. Se publicaron en la revista Shock SuspenStories, entre 1952 y 1954 y son formidables. Wood aportó una visualización tensa y cargada de detalles a unos relatos que abordaban asuntos como el racismo contra negros o judíos, la violencia policial, la intolerancia o los prejuicios. Más allá de la relevancia de los temas tratados, eran pequeños dramas sociales muy bien escritos y mejor dibujados, con unos claroscuros sacados del cine negro más áspero y unos personajes que constituirían la fantasía de cualquier director de reparto. Son pequeñas obras maestras que no deben perderse.
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viernes, 17 de abril de 2015

LOS TALBOT DE NUEVO EN LAS LIBRERÍAS

Se ha publicado el tercer tomo de la serie Grandville, de Bryan Talbot, coincidiendo en las librerías con otro trabajo suyo realizado en colaboración con su mujer Mary.


Sally Heathcote - Sufragista de Mary Talbot, kate Charlesworth y Bryan Talbot edita La Cúpula, voto feminista mujeresMary M. Talbot, Kate Charlesworth y Bryan Talbot
Sally Heathcote. Sufragista.
La cúpula, 2015.
175 páginas, 22,90 euros.

Ya habían trabajado juntos antes en aquella excelente "La niña de sus ojos", revisión de las relaciones entre Joyce y su hija, allí Bryan ponía el dibujo y echaba una mano con el argumento.

Aquí la cosa ha estado más repartida. Aparentemente se han buscado una dibujante, Kate Charlesworth, y el matrimonio Talbot se ha concentrado en el guión. Mary Talbot es una especialista en asuntos de género así que aquí está en su salsa.

Se cuenta la historia de una sufragista ficticia, pero que sirve como excusa para ofrecer un panorama completo de la lucha de las mujeres por el voto en Inglaterra. 


Sólo por el tema merece la pena adquirir esta obra ya que va cargada de datos interesantes y no tan conocidos. Sorprende la resistencia del gobierno a modificar situaciones que a día de hoy nos resultan inconcebibles. También la implicación de mujeres respetables en la causa y sus colisiones con otros movimientos obreros, que entendían la lucha de clases pero no la de la mujer.

Por supuesto llaman la atención algunos de los procedimientos para hacerse oír, cercanos al terrorismo y que constituyen el hueso moral que la obra mordisquea una y otra vez. Ante ciertas injusticias ¿dónde están los límites de la protesta? Es difícil de determinar, sobre todo tras leer los pasajes dedicados a las huelgas de hambre de las sufragistas encarceladas, huelgas que concluían con su alimentación forzosa. Y no a través de un pinchacito como ahora, sino al estilo oca-paté: embudo y tubo hasta el estómago. El procedimiento era realmente repugnante.

Si el interés histórico del proyecto es indudable no lo son tanto sus valores narrativos. Se pasean demasiados personajes a los que no siempre es sencillo reconocer. Entran y salen señoras enfrentadas unas con otras en las diferentes corrientes partidistas y en ocasiones las peripecias vitales de la protagonista se desdibujan. Son muy de agradecer los pasajes en que acude a los mítines, la encarcelan o se echa novio, anécdotas concretas donde podemos situarnos con facilidad. Pero cuando representantes de diversas tendencias se ponen a discutir la atención se dispersa y continuar con la lectura se hace muy cuesta arriba.

Grandville 3 - Bete Noire de Bryan Talbot, edita Astiberri, asesinatos, pintura steampunk
Bryan Talbot
Grandville. Bete Noire.
Astiberri, 2015.
96 páginas, 16 euros.

Quienes hayan leído los dos primeros capítulos de Grandville ya saben que eso no ocurre en esta serie de animales parlantes, que alcanza su tercer episodio, y el cuarto.


Aquí Bryan Talbot es el absoluto rey de la fiesta y vuelve a demostrar su maestría. Como siempre, hay que sobreponerse al color, muy oscuro y cargado de brillos pero que, en cuanto comienza la lectura, pasa completamente desapercibido.

Nuevamente el inspector Le Brock debe viajar a París para resolver un caso que esta vez tiene como protagonista el mundo de la pintura. Varios artistas son asesinados y eso facilita una excusa para que Talbot nos dé su versión de unas vanguardias fin de siglo que ven cómo su momento pasa y están a punto de ser sustituidas por una nueva generación de pintores ¡abstractos!

De fondo subyace una amenaza dirigida por una malévola tortuga y sus amigos ricachos. Hay romance, comentarios sociales, se habla de pintura y de política y todo resulta chic y sofisticado, muy parisino, con esposas casquivanas incluidas. Talbot sigue salpimentando el fondo con personajes populares, que suelen adoptar roles sorprendentes. La estructura del guión es tan precisa y eficaz como acostumbra, una deliciosa pieza de relojería.

Sólo puedo ponerle una pega y es ese epílogo en el que explica el advenimiento de la pintura moderna como una conspiración capitalista. Al poner fin al realismo, se acabó la crítica a los poderosos, que fue sustituida por unas imágenes impopulares y que nadie aceptaba ni entendía. Talbot sostiene que la C.I.A. pagó a críticos y estudiosos y reservó espacios publicitarios para apoyar unas corrientes que sólo buscaban eliminar cualquier elemento combativo de la esfera artística.
El argumento es tan demencial que no necesita mayor comentario. Quizás él prefiera el realismo socialista. Por otro lado, cualquiera que oiga hablar a la mayoría de los creadores contemporáneos, lo único que escuchará será una sarta constante de ataques a las sociedades que los cobijan, empezando por figuras tan populares y bien remuneradas como el insufrible Banksy.

En cuanto al famoso problema entre Rivera y Rockefeller, que él califica como “vandalismo cultural”, creo que si el millonario pagaba todos los gastos, estaba en su derecho de decidir la decoración de su vestíbulo. Yo tampoco hubiera dejado entrar a en mi casa.
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viernes, 10 de abril de 2015

HISTORIAS DE AGENTES SECRETOS: KINGSMAN - SOLDADO DE INVIERNO

El soldado de invierno de Remender - Boschi - Chuckry - Comics de agentes secretos espías

ESPÍAS PARA EL NUEVO SIGLO


Se han publicado dos volúmenes con agentes secretos como protagonistas. Cada uno nos da su versión del viejo mito de James Bond, actualizado con fortuna.



El soldado de invierno de Remender y Boschi.
Panini Comics, 2015.
120 páginas, 11,50 euros.

Por un lado está ese Soldado de invierno que escribe Remender, a quien recuerdo de Fear Agent.

Como en aquel caso, su guión tiene ciertos guiños al pasado, se muestra respetuoso con los lugares comunes en una aventura como la que aborda. Aunque por otro lado prueba su actualidad llevando la acción un paso más allá y en su desconfianza total hacia cualquier tipo de gobierno o poder establecido. Aunque cabría añadir que eso es lo normal en cualquier novela de espías, desde El espía que surgió del frío para acá. Nada es nunca lo que parece.

Se cuenta una larga huida a bordo de uno de los escenarios favoritos entre los agentes secretos, un tren. Allí un agente de S.H.I.E.L.D. debe mantener con vida a una pareja de científicos, que son deseados por los soviéticos y otras organizaciones criminales.

El soldado de invierno de Remender - Boschi - Chuckry, edita Panini comics - comics de agentes secretosTodo son ambientes y situaciones familiares pero están contadas con mucho brío y en ello tiene un papel muy relevante el veloz dibujante Roland Boschi. Digo veloz porque sus acabados esquivan la saturación que parece fascinar a tantos y se decanta más bien por una sencillez casi abocetada. Compensa esa economía de medios con una narrativa trepidante en la que priman las panorámicas, viñetas horizontales que ocupan todo el ancho de la página sobre las que se deslizan sus personajes, llevando al lector de un lado a otro, sin descanso. Creo que es un autor al que conviene seguir la pista, más que al guionista incluso.


Kingsman de Millar, Gibbons y Vaughn.
Panini Comics, 2015.
168 páginas, 18 euros.

Por otro lado tenemos a una pareja de creadores consagrados, que vienen acompañados por el director de cine Matthew Vaughn.

Este último, tras producir varios filmes de su amigo Guy Ritchie, saltó finalmente a la dirección hace unos años. Cuando adaptó Kick-Ass a la gran pantalla tuvo ocasión de conocer a su guionista Mark Millar y en el rodaje parieron la idea de la que parte este libro, que ya ha sido trasladado al cine por el mismo Vaughn. No he tenido ocasión de ver la película pero tengo entendido que es muy entretenida. No me sorprende, ya que el tebeo es una fiesta.

Kingsman de Millar, Gibbons y Vaughn, edita Panini comics. Historias de agentes secretos y espías del siglo XXI
Firma el dibujo el gran Dave Gibbons, el tipo a la sombra de Moore y de quien siempre he pensado que era lo mejor de Watchmen. Aquí repite su estilo despojado y sencillo y su perfecta narrativa y lo pone al servicio de una clásica historia de Millar. Se centran en la educación de un futuro James Bond.

Es un chaval de barrio que malvive rodeado de una familia desestructurada y unos amigotes indeseables. El guión especula con lo necesario para desempeñar ese papel de superespía, habilidades que van más allá de saber manejar diferentes armas o hablar idiomas. Asistimos al desclasamiento del protagonista, que debe asumir que puede dejar atrás el barrio y mejorar. Lógicamente, conociendo a Millar ya pueden suponer que esos temas de fondo vienen envueltos en una carcasa cómica, con chistes muy violentos y situaciones siempre sorprendentes hasta el explosivo final.

En la primera secuencia sale Mark Hamill, el Luke Skywalker de Star Wars… y no les cuento lo que le pasa. Para no perderse el malo, una especie de Bill Gates cuyas buenas intenciones le llevan a intentar destruir a la humanidad… por su propio bien. Un gran entretenimiento que no deben perderse.
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viernes, 3 de abril de 2015

HISTORIAS DE ESPADA Y BRUJERÍA: BRIBONES, LA MALDICIÓN DE LA GALLINA

Bribones, la maldición de la gallina, con ElTorres, Ryp, Galindo, Genlot edita Dibbuks, conan bárbaros brujería espadas
Dib•Buks, 2015.
144 páginas, 16 euros.

MÁS ALLÁ DE CIMERIA

El Torres vuelve a demostrar que es uno de los guionistas más interesantes del panorama nacional. Si antes nos sorprendió con sus historias de terror ahora le ha tocado el turno a la espada y brujería acompañado en la parte de dibujo de Ryp, Galindo y Genlot.


El género tiene una tradición muy consolidada entre los aficionados, desde que la Marvel adaptara en los setenta las aventuras de Conan al comic. Luego vinieron muchos más héroes bárbaros, que marcaron un punto de no retorno en la identidad del aventurero clásico.

Frente a los tradicionales ideales caballerescos, los bárbaros se burlaban de las normas, despreciaban los buenos modales, peleaban por dinero, desafiaban a los dioses y a los reyes y estaban más que dispuestos a encamarse con toda moza que se cruzase en su camino. Y, por supuesto, no tenían piedad con unos enemigos que, todo hay que decirlo, en muchos casos merecían la muerte. Por tanto el género fue como un soplo de aire fresco que actualizó y aportó realismo (a pesar del contexto fantástico de las aventuras) a las historias de caballería de antaño. Una cierta ironía siempre estaba presente así que plantear una aproximación burlesca a estos universos implicaba una acumulación de relecturas, parodia sobre parodia.

Y eso es precisamente lo que intenta El Torres. Sustituye al machote habitual por una pareja en la que digamos la Red Sonja de turno es la lista y el bárbaro el animal descerebrado al que resulta sencillo engañar. A partir de ahí juega con las claves que nos permiten reconocer el género, dándoles la vuelta. Nada es lo que parece.

Bribones, la maldición de la gallina, con ElTorres, Ryp, Galindo, Genlot edita Dibbuks - Conan, espada y brujería, bárbaros, comic
Si a los héroes les cae una maldición no les perseguirá un hombre lobo sino ¡gallinas! Ya metidos en materia, el guión acumula un gag tras otro con bastante fortuna. Las escenas de la chica en la cárcel de mujeres son descacharrantes, tanto como los intentos del bueno por rescatar a su compañera. El grupo salvaje que forman es todo un festival del humor, con una suerte de Lobezno medio calvo y un Conan de pacotilla empeñado en untar de aceite a sus compañeros. Hay grandes matanzas, conspiraciones absurdas, diálogos chispeantes y un ritmo trepidante. Para recordar las tramas entre conspiradores ocultos tras cortinas que todo el mundo puede ver. Hay un guionista que de verdad merece tal nombre y yo le felicito por su trabajo, que es excelente.

Viene acompañado por un ejército de dibujantes. El primer episodio lo firma el muy barroco Ryp, que se recrea en la imposible anatomía de la protagonista hasta el punto de que luego le crecen los pantalones y se abandonan completamente estos desparrames erótico-visuales. Los lápices van pasando de un grafista a otro en cada capítulo, aunque el conjunto es coherente y se sigue bien. Sobre todo, aunque es una serie muy divertida, no se burla de las claves del género.

El humor no es corrosivo, al contrario, funciona como un lubricante que activa unos engranajes demasiado usados, da vida a unas situaciones que de tan vistas ya no eran creíbles. Los brujos, reyes, gobernadores taimados y reinas pervertidas son tan amenazadores como deberían, más o menos, y las correrías de los protagonistas son realmente emocionantes y yo ya espero nuevas aventuras de estos bribones.
 

 

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