viernes, 7 de marzo de 2014

LOS SURCOS DEL AZAR de P. ROCA

Astiberri, 2014.
328 páginas, 25 euros

LOS VIOLENTOS DE PACO


Paco Roca vuelve con una novela gráfica sobre los perdedores de la Guerra Civil. Sigue los pasos de un exiliado que siguió luchando en la II Guerra Mundial y que muchos años después aún vive para recordarlo.


Los asuntos relativos a la memoria son como un leitmotiv en la obra de Roca. Sobre su desaparición trata su celebrado Arrugas, donde un grupo de jubilados intenta conservar sus recuerdos ante los estragos del Alzheimer. El invierno del dibujante no dejaba de ser un gran ejercicio de reconstrucción, a partir de las memorias de diferentes dibujantes, que le permitían recrear un episodio poco recordado de la historia del tebeo español. Con estos precedentes no resulta extraño que finalmente el autor decidiese abordar un tema relacionado con eso que se ha venido a denominar memoria histórica y que en este país sólo significa una cosa: la Guerra Civil.

Su aproximación recuerda en parte la de Spiegelman en Maus. Plantea dos niveles narrativos. En uno, en el presente, el dibujante charla con un jubilado que sobrevivió al conflicto bélico. En el otro, en el pasado, asistimos a las correrías y desventuras del joven soldado, que lo llevan de África a Francia en un conjunto abrumador de giros del destino, casualidades y penurias. El pasado se representa con la bonita gama de colores a la que nos tiene acostumbrados el dibujante. Todo muy entonado, sin estridencias, con gamas de verde o marrón y un aire de fotografía antigua. El presente carece de color y una línea muy desnuda acompañada de unos parcos grises lo hace todo. El dibujo, como siempre también, es sencillo, claro y directo, con un entintado preciso y ajustado, sin artificios.


Viñeta de Los surcos del azar de Paco Roca, edita Astiberri
El tema es interesante, la Guerra Civil es sólo el punto de partida a partir del cual se inicia el tebeo. Luego acompañamos al protagonista de un lugar a otro en su constante lucha contra el fascismo. Finalmente entra en París y luego todo acaba de mala manera con una frustrada vuelta a España. Se exploran territorios similares a los que mostraban Kim y Altarriba en El arte de volar. Se trata de recuperar la voz de todos aquellos “perdedores” cuya lucha se prolongó muchos años después de terminada la contienda. En algunos casos volvieron convertidos en guerrilleros o maquis. Otros se reintegraron años más tarde o, como es el caso que nos cuenta Roca, formaron parte de los ejércitos aliados y jugaron un papel relevante en la reconquista de Europa. Según parece con la ingenua esperanza de que luego les ayudarían a expulsar a los fascistas de España. Algo que nunca ocurrió. En fin, tampoco permitieron que Patton marchara sobre Moscú…

Hasta aquí deberían leer si piensan en comprarse esta novela gráfica. Si lo que desean es ahorrarse la pasta, prosigan. Están avisados. Y es que yo no acabo de pillarle el punto a Paco Roca. Le reconozco todas las virtudes que he enumerado. Es riguroso en sus planteamientos y sus acabados son muy profesionales y agradables. Pero nada de lo que cuenta consigue interesarme. Sus constantes saltos del presente al pasado me aburren y narrativamente me parecen innecesarios. Y sus batallas son incomprensibles. Cada vez que un tanque hace algo no consigo entender qué ocurre. También me cuesta distinguir a sus protagonistas. Hay un momento en que comenta que le gustaría darle a las memorias del jubilado un aire a Los Violentos de Kelly, la peli de los setenta. Inmediatamente aclara que es un chascarrillo, él es demasiado serio como para hacer un mero entretenimiento. Personalmente, nunca me ha parecido una gran película, pero desde luego es un millón de veces mejor que el ladrillo que se ha marcado el amigo Roca. La memoria histórica tiene estas cosas.
Los surcos del azar (Sillón Orejero)