viernes, 22 de julio de 2011

Flujo. Predilección por Tina.

¿TRAGAS O ESCUPES?

Flujo. Predilección por Tina.
Dave Cooper.
La Cúpula. Barcelona, 2011.
242 páginas. 20 euros.

El protagonista de este tebeo de Dave Cooper bien podría ser su alter-ego: un pintor en busca de inspiración lleno de fantasías insatisfechas tiene un desafortunado encuentro con una gorda sin demasiado relleno en la mollera. El resultado es una obra turbadora y absorbente que renueva el viejo tema de “La mujer y el pelele”, que tantas veces hemos visto en el cine.

En resumen: él sueña con manejarla como su juguete sexual de uso exclusivo pero al final es ella la que lo manipula como le viene en gana. No me quejo. En muchos casos las historias de siempre siguen siendo las mejores y más si se nos sirven con medios tan sofisticados como los empleados por Cooper. No en el ámbito de la narrativa. Ahí no se complica y emplea un largo flash-back, adoptando el punto de vista del protagonista. El resultado es efectivo, no se nos distrae con falsas modernidades y se presentan los hechos con sencillez permitiendo que todo fluya. Su gran baza es un dibujo fresco, moderno y expresivo que en ocasiones lo emparenta con creadores tan especiales como Boucq (sobre todo en la portada). Realiza un trabajo denso y poderoso, muy apegado a lo real a pesar de cierta tendencia a la caricatura. Se aleja de otras muestras de su obra que habíamos visto por ejemplo en NSLM, donde unos personajes casi de dibujos animados lo aproximaban al mundo estilístico del surrealismo pop. Por supuesto, aún quedan trazas de ello en esta novela gráfica pero en general transita una delicada frontera, entre el realismo y la distorsión, especialmente convincente.

En cuanto al argumento, recorre las estaciones habituales. Primero el encuentro entre el pintor y su musa, un engendro al que poco a poco vamos conociendo y deseando. Aquí aparece una de las grandes bazas de esta obra, como es la habilidad de Cooper para mostrarnos una mujer, casi una niña, de atractivo poco convencional, pero que pronto se desvela como deseable y perturbadora. Recorremos ese camino guiados por la mirada del protagonista, que, como ocurre en todas estas historias de manipulación, primero sueña con tomar el control y luego se sumerge en una pesadilla de la que parece no podrá escapar.

Lo más interesante es cómo el autor consigue separarse de las recurrentes tramas pornográficas. Aquí no se parte de un cuerpo maravilloso y proporcionado, de acuerdo a los cánones establecidos de belleza, sino de la carne que se desborda y suda, que es transformada por la fantasía del espectador. “Es como si me gustase cuando me dices lo que tengo que hacer” es la frase que desata todo el proceso. El cuerpo de Tina se convierte en el campo de aterrizaje de los sueños del pintor. No sólo eso, Cooper también acierta al alternar esas fantasías satisfechas con los momentos de decepción. Como la secuencia de la primera felación o cuando aparecen otros personajes en escena, fracturando el cuadro perfecto y aislado del exterior que intenta construir el protagonista.

Como todos sabemos, estas historias de amour fou nunca acaban bien y aquí no encontramos una excepción. El final está a la altura, es original y deprimentemente realista. Lo más decepcionante son las páginas dedicadas al momento de “flujo”. Supongo que el autor no quería regodearse dibujando a sus personajes en diferentes posturitas sexuales, o prefería que los lectores completaran esa parte, pero resulta un arrebato poético un poco desentonado en el conjunto del relato. Paradójicamente, aunque este tebeo habla de sueños y fantasías, nos ofrece una veracidad poco común.