viernes, 18 de marzo de 2011

JULIA de BERARDI, VANNINI y ROI

"Julia" de Berardi, Vaniini y Roi, edita Aleta.
Aleta Ediciones
Valencia, 2011.
256 páginas. 13 euros

C.S.I. DESDE GÉNOVA




Llevaba años esperando esta serie policíaca escrita por el genovés Giancarlo Berardi. Finalmente, alguien se ha atrevido a editarla aquí.


No es que sea buena, es que es mejor de lo que se podía sospechar. Por un lado el dibujo no decepciona. Tras su “divorcio” con el talentoso Milazzo, un artista prodigioso que le acompañó en gran parte de su trayectoria profesional en series como Marvin el detective o Ken Parker, nos temíamos que no encontrase otro compañero a la altura de éste. Pero no ha sido así. Berardi ha sabido rodearse de un equipo de dibujantes que demuestran que en Italia todavía se conserva muy viva una sólida tradición de dibujo realista en blanco y negro. Sus colaboradores cumplen con creces, ofreciéndonos buenas actuaciones, un dibujo descriptivo y preciso con los escenarios y un expresivo entintado que favorece los contrastes de luces y sombras. Exhiben algunas de las mejores cualidades de Milazzo, sin caer en sus excesos impresionistas, una de las razones esgrimidas por el guionista para romper con él. El arte de Milazzo había llegado a ser tan evanescente que apenas se podía seguir la historia. No ocurre esto con los actuales socios de Berardi, profesionales de narrativa sólida y directa, sin distracciones.

Aunque, como ya habrán podido suponer, aquí lo más importante es el argumento. Berardi contaba que, tras pasarse tantos años con Ken Parker, necesitaba abandonar el western y recorrer otros territorios. Fue entonces cuando decidió volver a la universidad para matricularse en criminología. Así podía obtener la base necesaria para escribir con seguridad sobre el género negro que se proponía conquistar. El resultado de ese esfuerzo es Julia, una serie para la que escribe cientos de páginas al mes, razón por la que se ve obligado a trabajar con varios artistas a la vez. La protagonista tiene la cara de Audrey Hepburn y su chacha se parece a Whoopi Goldberg, algo que no sorprende en una ficción cargada de referencias cinematográficas.

Berardi transita todos los clichés del género, de los enfrentamientos entre la investigadora privada con la policía a la búsqueda de pistas, muchas de las cuales acaban resultando falsas, hasta los peligros a los que habitualmente se enfrentan quienes como Julia meten sus narices donde nadie les llama. Las aventuras oscilan entre la tradición policíaca más clásica, con sus pesquisas para determinar quién es el asesino, y el enfoque más social de la novela negra. La propia Julia tiene ocasión de reflexionar sobre los impulsos criminales y su origen, personal o social. Berardi es lo bastante hábil e inteligente como para no ofrecer respuestas concretas ni perderse en discursos. Deja que sus personajes actúen y enseguida nos sumergimos en la acción, dejándonos llevar por nuestras emociones.

Por el camino el italiano demuestra porqué sigue siendo el mejor guionista de la vieja Europa. Con ideas como esa relación entre Julia y un novio al que no llegamos a ver, sólo se le escucha a través de diferentes llamadas de teléfono y por las noticias que otros nos ofrecen sobre él. A pesar de esa invisibilidad, al final es como si lo conociéramos. O esa forma tan sutil de prestar atención a personajes secundarios como ese policía que se deja comprar porque tiene a su mujer en el hospital, un pequeño drama que ayuda a puntuar la aventura principal. Por supuesto todos los protagonistas, héroes y villanos, están descritos con esa veracidad que transmite toda la obra de Berardi, que además va dejando cabos sueltos y deslizando detalles que sabemos engarzará con cuidado en posteriores episodios.

Julia es una obra de madurez, un trabajo muy grande, la labor de un maestro que no deberían perderse.