viernes, 31 de diciembre de 2010

EL GAVILÁN, LA MISIÓN de PELLERIN

Viñeta de "El Gavilán" de Pellerin. Edita Ponent Mon
Ponent Mon, 2010.
88 páginas, 20 euros.
Dupuis 

UNA NUEVA SINGLADURA

Nada mejor para rematar el año que zamparse el nuevo volumen de las aventuras del Gavilán. Resulta especialmente recomendable en estas fechas debido a su abultado precio. 



Si el primer ciclo ya no estaba al alcance de todos los bolsillos, al menos allí se reunían un montón de álbumes que nos aseguraban una lectura prolongada. Este es sólo el primero de un segundo ciclo y en él encontramos el prólogo a lo que sin duda será una gran aventura. Así que aconsejo pedirlo como regalo navideño para disfrutarlo sin pensar en la dolorosa relación entre páginas y precio.

Superados estos lamentables y mundanos asuntos, recordemos que estos son días para hacer balance y valorar lo que realmente nos importa y aquello de lo que podemos prescindir. Sin duda nos han salido más caros todos aquellos tebeos de precio menor pero de calidad tan ínfima que rápidamente abandonaron el espacio que ocupaban en nuestras estanterías. El Gavilán, en cambio, es una obra clásica, un comic hecho con amor, a la antigua, cuidando el detalle y que nos brinda una diminuta obra de arte en cada viñeta. Y no hablo sólo del dibujo, cuya calidad está fuera de toda duda; con cierto parecido a Juillard pero mejor en el empleo del color y menos frío en los personajes. Pienso sobre todo en el guión, tan bien construido como en el primer ciclo. Con precisión y calma.

Viñeta de "El Gavilán" de Pellerin. Edita Ponent Mon
La historia comienza en Canadá donde un hombre consigue transmitir un mensaje justo antes de morir. Le arrancan un trozo de espalda y ponen la piel a curtir ya que en ella está grabada esa misiva para el rey de Francia. En Versalles, meses más tarde, el Gavilán recibe el encargo de completar esa misión en la que el anterior enviado ha fracasado, con trágicas consecuencias como ya sabemos. Antes de abandonar el lugar atentan contra su vida, algo que se repetirá en sucesivos intentos de abortar su viaje. Los conspiradores, algunos muy cercanos al rey, se reúnen en tenebrosos antros planeando diversas formas de acabar con el aventurero. Todo esto bajo esos grises cielos de Bretaña que ya conocíamos del anterior ciclo. También se repite el ambiente marino que delata la fascinación del autor por unos veleros que describe justamente como “catedrales del mar”.

En fin, el Gavilán arregla su nave y enrola a los hombres más adecuados para su tripulación, aunque algunos sean tan poco recomendables como ese Villéon al que saca de la cárcel. El volumen se cierra con el héroe flotando en el agua, la cabeza abierta por un disparo. Todavía respira, mientras nosotros contenemos la respiración hasta que se publique el siguiente episodio. Todo es sutil, realizado con esmero y respetuoso con el lector. Yo no sé ustedes, pero yo hacía tiempo que no me sentía tan bien tratado leyendo un tebeo. Ahora sólo falta que sea un éxito y le bajen el precio para alcanzar la perfección. ¡Feliz Año Nuevo!
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viernes, 24 de diciembre de 2010

The Amazon. Steven T. Seagle y Tim Sale

CACA VERDE

The Amazon
Steven T. Seagle y Tim Sale
Norma Editorial. Barcelona, 2010
86 páginas. 14 euros.

Siempre he pensado que Steranko tuvo dos hijos que resultaron mejores que él. Me refiero a Gulacy y a Sale. El primero heredó su dibujo fotográfico y de alto contraste y puso en funcionamiento algunas de sus invenciones narrativas. El segundo convirtió su adaptación de Atmósfera Cero en un modelo a seguir, demostrando que podía ser viable. En realidad nunca me han interesado los tebeos de Steranko, más allá de su indudable papel como fundador. Esto hay que reconocérselo para añadir inmediatamente que ninguna de sus historias resulta memorable. Más preocupado por la forma que por los contenidos elabora preciosos juguetes que acaban convertidos en trastos en un medio donde prima lo narrativo. Esto lo entendieron mejor sus aprendices, que pronto superaron al maestro. Gulacy fue el primero y ahí sigue sorprendiéndonos con la vitalidad de sus historias. Sale pareció inspirarse en el Miller de Sin City, de hecho le exigieron que lo imitara en Deathblow, el tebeo que consiguió que nos fijáramos en él. Pero demostró en seguida que su terreno de juego era más amplio y personal y que se derivaba más bien del experimento de Steranko, aquel comic construido a base de dobles páginas, tan bonito como ilegible. Sale nunca emplea una viñeta de más y siempre elige la mayor, estirándolas a lo largo o a lo ancho.

Tim Sale ha demostrado que es un narrador a quien conviene seguir la pista y ya he expresado en anteriores ocasiones mi admiración por su trabajo. Por eso me alegró esta recuperación de una obra perdida de hace veinte años. Lamentablemente, el guionista que le acompaña no es su compinche habitual, Jeph Loeb, con quien ha creado sus mejores historias. Al contrario, Steven T. Seagle es el típico escritor cuya firma recordamos vagamente de algunos títulos de la DC, obras que misericordiosamente hemos conseguido olvidar. Tenía un recuerdo difuso de su labor y leyendo este relato he comprendido porqué.

Amazon se deja leer gracias al portentoso dibujo de Sale. Se nota su juventud pero ya está en plena forma y las páginas se disfrutan con su habitual mezcla de sofisticación, claridad y sencillez. El color también es bonito. Pero ahí se acaban las virtudes de este tebeo. Tengo la teoría de que hay dos tipos de lectores. Están los lectores de “temas”. Los que aconsejan un comic no por cómo está dibujado o por sus personajes sino porque denuncia la opresión machista o los abusos de Estados Unidos en Nicaragua. Ya habrán comprendido que para mi esos NO son lectores de tebeos sino otra cosa. Los verdaderos lectores apenas mencionan el tema. Se deleitan en determinada secuencia, comentan tal chiste o disfrutan con aquel héroe. Pues bien, Amazon es una obra pensada para el primer grupo, una obra “de tema”.

En este caso se trata de la deforestación del Amazonas, como supongo que ya habrán imaginado. Por el camino se denuncia a las grandes compañías madereras, representantes del capitalismo salvaje, y a la iglesia católica, que provoca asco al protagonista y cuyas acciones considera “otra forma de arrasar esta tierra”. Por supuesto su visión de las tribus es mucho más indulgente, aunque apenas conoce su cultura la califica de “extremadamente eficiente” y casi alcanza el éxtasis cuando visita su poblado (“es todo tan hermoso”). En fin, siempre pueden disfrutar con los dibujitos y olvidarse del texto.
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viernes, 17 de diciembre de 2010

Arroz pasado. Juanjo Sáez.


AUTOR PASADO

Arroz pasado.
Juanjo Sáez.
Reservoir Books. Barcelona, 2010.
784 páginas. 26,90 euros.


En su momento aplaudí las primeras obras de Sáez, Viviendo del cuento y El Arte, conversaciones imaginarias con mi madre. Eran trabajos frescos, realizados por un narrador chispeante y con cosas nuevas que decir. Su mezcla de ingenuidad y pedantería funcionaba y su relativo éxito entre los modernos de este país parecía bien merecido. Su siguiente entrega, Yo. Otro libro egocéntrico de Juanjo Sáez, ya me hizo arrugar la nariz. Como casi todos los volúmenes que aprovechan encargos diversos tenía partes interesantes al lado de zonas estiradas, con un balance muy irregular. Luego, zapeando entre canales, pude ver unos dibujos animados que llevaban la inconfundible firma de su estilo en alguna cadena catalana. Efectivamente, se trataba de Arròs Covat, una serie que antes de saltar a la televisión nació en forma de story-board o historieta. Es lo que ahora se ha publicado en un grueso volumen de casi ochocientas páginas.

En ellas se nos narran las aventuras y sobre todo desventuras de Xavi, un joven diseñador catalán que se encuentra en un momento crucial de su vida. Empieza en la cresta de la ola, recibiendo un premio Laus y flirteando con una admiradora. Pero luego entra en crisis, el trabajo comienza a ir mal, deja a su novia, su tía sufre un colapso, sus amoríos son un completo desastre… El tono oscila entre la farsa romántica y el drama con pretensiones. En las solapas se compara el trabajo de Sáez con el de Woody Allen, algo que sin duda encaja con las aspiraciones del autor, aunque no tanto con sus logros.

Arroz pasado ofrece no pocos momentos de diversión, sobre todo en las secuencias con las queridas. Toda la escena en casa de la diseñadora de tetas bamboleantes es graciosa. Lo mismo la de la banquera con su niño-cerdo de ojos enrojecidos. También está bien construido el descenso de la nevera con el ex-suegro. Pero en general el humor es de un tono bastante grueso, no sé si por razones de contagio o exigencia televisiva. Alcanza notas tan grotescas como las del taxista de “Madriz” que, por supuesto, es un perro, escucha la COPE y odia a todos los catalanes. ¿Se imaginan tal acumulación de tópicos pero al revés, en un honrado funcionario del taxi de Barcelona? Supongo que en su caso el odio a los madrileños estaría justificado, que es más o menos lo que viene a decirnos Sáez.

En fin, lo peor de todo es que el libro resulta muy tontorrón. La historia está estirada, es aburrida y pretenciosa. El protagonista es un llorica con el que resulta imposible identificarse. Todo se cuenta como si tuviera mucha importancia cuando en realidad asistimos a un encadenado de anécdotas más bien insignificantes. Respecto al dibujo, mantiene el minimalismo habitual aunque aquí debe detallar algo más de vez en cuando, supongo que por razones dramáticas o de actuación de los personajes. Esto se traduce en que a veces se ve obligado a dibujar ojos ¡y hasta algunas bocas!
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viernes, 10 de diciembre de 2010

EL TENIENTE NEGRO de SILVER KAE & JOSE GRAU

El teniente negro de Silver Kane y Jose Grau, edita Glénat
Glénat. Barcelona, 2010.
256 páginas. 19,95 euros


UN NEGRO DESTEÑIDO


No es necesario ser un experto en comic clásico español para apreciar las virtudes de autores como Ambrós, Iranzo o Giner, por citar tres nombres que puedan sonar familiares. Sin embargo, excepto del primero, de quien se publican constantes reediciones de su Capitán Trueno, nadie ha pensado en recuperar el trabajo de estos maestros; se les condena así a pervivir en ediciones facsímiles habitualmente de precios abusivos. En este contexto de absoluta desmemoria histórica nos llega ahora este Teniente Negro.


Supongo yo que la razón de ser de esta publicación es su guionista, o, si lo prefieren, Francisco González Ledesma. En los últimos años se ha reconocido su ingente labor como escritor de novelas del oeste, aquellos productos de quiosco que pasaron por tantas manos, en un inacabable proceso de intercambio. Bien está que aplaudamos los esfuerzos de artesanos que parecían condenados al olvido, mientras fantasmas con menos capacidad reciben públicos honores. Pero eso no hace bueno el guión de este tebeo. Sin duda habrá sido escrito en las peores condiciones posibles. Eso excusa a su autor pero no a quienes han decidido recuperarlo. Menos aún cuando se aducen sorprendentes paralelismos entre las disparatadas aventuras que componen esta serie y nuestra trágica y sobada guerra civil. Si en un episodio aparecen unos buitres bombardeando un pueblo no se puede discutir que es un trasunto de Guernica ¡Faltaría más!

Otra cita obligada es la película de Ford, por supuesto. Sólo que allí el protagonista era un sargento, no un teniente y, lo que es algo más importante, era un verdadero negro, no un blanco pintado como aquí, uno de los aspectos más ofensivos del relato. Se emplean algunos tópicos enraizados en series como El Jabato o El Corsario de Hierro, pasando por el ya citado Capitán Trueno: al protagonista le acompañan un alegre jovencito y un forzudo más bien rellenito. Pero además se parte de una premisa clásica, la misma del Zorro o de la Pimpinela Escarlata, el héroe adopta una falsa identidad para protegerse, mientras que en su vida diaria se comporta como un petimetre. Lo más peculiar de ese disfraz es que no consiste en otra cosa que en pintarse la cara de negro. Y ¡hop!, ahí tenemos a nuestro aventurero desfaciendo entuertos en plan Al Jolson. Tan lamentable como suena.

No cabe duda de que, como cualquier serie B, El Teniente Negro no carece de encantos, debido sobre todo a la acumulación de situaciones disparatadas y a la indudable imaginación de su guionista, aunque se echa en falta un mayor desarrollo de los personajes y algo más de conexión en el incesante flujo de sucesos inverosímiles. La parte del dibujo es más débil y muy mejorable en las secuencias de acción. Cada vez que una figura salta parece volar, el asalto a la casa con el grupo del Ku-klus-clan enarbolando un tronco es directamente cómico por lo ridículo.

En fin, seguro que encuentran mejores tebeos en los que gastarse los euros estas navidades. Leer más...

viernes, 3 de diciembre de 2010

SKY HAWK de J. TANIGUCHI

Sky Hawk de Jiro Taniguchi. Edita Ponent Mon
Ponent Mon, 2010.
288 páginas, 17 euros.

VIENTOS DEL OESTE


Hace ya tiempo que Jiro Taniguchi demostró que es el actual dios del manga, por emplear la exagerada terminología que tanto agrada a los japoneses. Y lo es por muchas razones: su indudable habilidad narrativa, su ingente producción, su capacidad para transitar con fortuna los géneros más diversos, su cuidado dibujo, su cosmovisión, que transmite no importa qué esté contando… 


No es sólo bueno, habilidoso, es que además nos cae bien, su escala de valores nos alcanza, su convicción nos emociona. Así que en muy pocas ocasiones me he resistido a comentar su trabajo, porque lo considero imprescindible y normalmente recomendable.

En los últimos meses he dejado pasar tres de sus obras, para no aburrirles. Pero aprovecharé que hablamos de él para, al menos, citarlas. Una es Mi año, su aventura europea con Morvan, un guionista que no contaba entre mis favoritos. No sé si es gracias al japonés, pero esta su primera entrega es tan emotiva como interesante. Ojo a esta serie cuyo segundo episodio ya esperamos con ansiedad. Peor era Blanco, algo que supongo es una recuperación de un trabajo de juventud. El autor todavía no está maduro y se le nota. Más interés tiene El gourmet solitario, un álbum en la línea de El caminante, un deambular por diversos restaurantes nipones, donde se nos muestran algunas comidas locales. Un trabajo raro y espacial, que resulta agradable sólo gracias al talento de Taniguchi, capaz de hacernos leer cualquier cosa y de conseguir que además nos fascine.


Y ahora nos llega este Sky Hawk, un western donde mezcla la épica y el drama de la lucha de las tribus indias con la agonía de dos samuráis que han emigrado a América, huyendo de un destino que los condenaba a la extinción.
Sky Hawk de Jiro Taniguchi edita Ponent Mon.
El autor transita con naturalidad los terrenos del western, adoptando el punto de vista de los nativos americanos, como ya hicieran antes que él creadores anteriores como Ford o Aldrich. Por supuesto, hay mucho de Bailando con Lobos, Jeremiah Johnson y otros clásicos del género. Y no pocas secuencias contemplativas en las que los protagonistas se embelesan con los paisajes que les rodean y perciben la energía de una naturaleza que pronto sufrirá grandes transformaciones.

Más allá de los dramas y las aventuras que se narran, muchas de las cuales ya nos suenan de otros relatos fílmicos o en viñetas, Taniguchi acierta en la construcción de esos dos indios de adopción, que sorprenden a los pieles rojas con sus cuchillos largos y sus poderosos arcos. Aunque las simpatías del autor están claramente con los nativos, no peca de una excesiva idealización y cuida especialmente los aspectos relativos a la ética guerrera de sus héroes. Como Aldrich en La venganza de Ulzana, la lucha y la exterminación del enemigo se muestran como fines honorables, aspectos de una vida que no puede aspirar a la paz, por mucho que ésta se desee.

Hikozaburo y Manzo aceptan sin quejarse un destino que los condena a una lucha sin tregua y una muerte segura al final, con la estoica tranquilidad que caracteriza a los auténticos samurais. Taniguchi nos habla de todo esto y de cómo los nativos americanos pueden entender y aceptar esa filosofía, adoptando como miembros de su tribu a estos extraños guerreros venidos del oeste. Con estos componentes y sazonado con sentimientos que van del afecto entre camaradas a un amor nunca enunciado, pasando por el instinto de protección entre padres e hijos y una generosa ración de odio entre razas y culturas, construye uno de los mejores tebeos del año. Otro más en su ya larga y fructífera carrera. No se lo pueden perder.
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