viernes, 29 de octubre de 2010

Jonah Hex. Lansadle, Truman y Glanzman

EL OESTE MÁS SUCIO

Planeta DeAgostini. Barcelona, 2010.
232 páginas, 22 euros.

Tras publicar diversos recopilatorios más o menos prescindibles de Jonah Hex, finalmente se han animado a traducir los episodios dibujados por Truman en los noventa. Nunca es tarde si la dicha es buena. Ya saben que cuento a este autor entre mis favoritos, a pesar de que generalmente se le considera un artesano, una figura menor frente a astros más rutilantes.

Lo cierto es que todo lo que hace está bien y, en muchos casos, muy bien. Este exalumno de Kubert, cuya influencia se aprecia con facilidad en su fluida narrativa, nos sorprendió con una serie tosca y mal dibujada, un western postapocalíptico llamado Scout, que nadie se ha atrevido a reeditar, mientras nos castigan, por ejemplo, con nuevos tomos de Nexus, Bone y hasta ¡horror! de Cerebus. Sobre la marcha, aprovecho para confesarles que tras haberme comprado el primer volumen de la obra magna de Sim, traducido por ver primera al español, aún no he sido capaz de completar su lectura. Así que admitamos lo evidente y enviemos las aventuras del cerdo hormiguero más citado y menos leído de la historia del comic al baúl de los tebeos para vender. Seguro que alguien pica. Respecto a Nexus y Bone, qué les voy a contar que no sepan. Van en la misma saca que los comics de Chris Ware y algunos más. Se puede dibujar muy bien y ser un pésimo dibujante de tebeos. Lo primero es tener algo que contar.

Y Truman lo tiene, como demostró en Grimjack o con su obra maestra Hawkworld que, esta sí, ha sido recientemente reeditada. Échenle un vistazo. O a su entrega sobre Conan, personaje para cuya serie regular está ahora escribiendo unos espléndidos guiones. En Conan y las canciones de los muertos el argumento corría a cargo de Lansdale, que es el mismo que le acompaña en sus episodios para Jonah Hex. Allí probaron que hacían buena pareja y que el guionista se ajustaba con perfección a los mundos y la filosofía vital de Truman.

En el fondo, sus historias se parecen mucho a sus dibujos. Su aspecto es más bien tosco y hasta desagradable, de tebeo barato y si me apuran hasta vulgar. Pero pronto su habilidad narrativa consigue que nos olvidemos de su torpe carcasa y nos concentremos en la historia. Sus relatos están llenos de tipos duros y al tiempo nobles, sazonado siempre con grandes dosis de humor muy grueso y acción trepidante. El resultado es arrollador.

Es casi imposible resumir las andanzas en que mete al vaquero medio muerto de la DC, con zombies, imitadores de Buffalo Bill, niños con cabeza de oso, espectáculos de fenómenos y otros tantos disparates que caben en las historias de Lansdale, dibujadas con entusiasmo por Truman. Pero les brindo un fragmento de diálogo, para que aprecien el tono. Jonah se encuentra con un viejo amigo indio. “¡Huevos moteados!”. “Aquí me conocen como mano moteada”. “Pero tú no tienes motas en las manos”. Interviene entonces un vaquero enano: “¿Y tú cómo sabes que tiene motas en otro lado?”. “¡Mira este! Yo no le puse el nombre”. Y siguen así durante un buen rato.

No se lo pierdan ni dejen que su aspecto de obra menor les engañe.