jueves, 8 de abril de 2010

El alcohólico - Jonathan Ames y Dean Haspiel

Planeta DeAgostini. Barcelona, 2010.
140 páginas. 13,95 euros.

LA ÚLTIMA JUERGA
A priori, las historias de adictos están abocadas al fracaso. Que alguien desarrolle un comportamiento circular, repetitivo, es lo peor para una narración. A la tercera vez que vemos cómo el protagonista falla en su intento de dejar el alcohol, la heroína o lo que sea, nos distanciamos del relato y pensamos “vale, ya sé cómo va a acabar esto”. Por supuesto, el arte se construye a base de excepciones y son muchas las que desmienten esta norma, de Días de vino y rosas a El hombre del brazo de oro, por citar dos muy conocidas. Pero son legión los ejemplos que la confirman, novelas, peliculillas o tebeos en que el personaje va de colocón en colocón sin mayor desarrollo dramático, para desesperación del lector.

Por eso no esperaba gran cosa de una novela gráfica titulada El alcohólico. Y, sin embargo, resulta entretenida y hasta divertida. Lo cual no deja de ser parodójico y nos habla del talento del guionista. No es tan sencillo contar historias sobre un tipo que acaba en el cubo de la basura, con incontinencia intestinal y una vida siempre al borde del desastre, ni, con tan ingrato material, construir una narración llena de humor. Adelanto que el dibujante, a quien conocemos como colaborador del pesado de Pekar, no es tan interesante. Cumple, es un buen narrador, pero su grafismo presenta muchas carencias en terrenos como el movimiento de las figuras o las actuaciones de los personajes. A su favor cabe decir que, pese a esas limitaciones, maneja con habilidad el material argumental y nos ayuda a seguirlo con facilidad, realizando un trabajo respetable.

Pero es el guionista el que realmente importa aquí. Por un lado, asume con profesionalidad todas las reglas del género de borrachos. Asistimos a esas juergas iniciales e iniciáticas, a esas mañanas sin recuerdos, a la característica progresión en el consumo, a los intentos de rehabilitación... No se deja nada en el tintero. Pero consigue ir más allá de los estereotipos, construyendo un verdadero personaje. Así que no extraña que en el epílogo el autor tenga que aclarar que ésta no es una historia autobiográfica. Porque desgrana con tanta habilidad los sucesos que componen la desgraciada vida del protagonista, que tal parecen los recuerdos de una persona real.
De hecho, resulta fácil identificarse con muchas secuencias y supongo que cada cual elegirá las suyas en función de sus propias vivencias. De la tía solterona y acogedora que le cuenta sus anécdotas de juventud a la novia loca que lo abandona cruelmente, pasando por el amigo de la infancia al que perdemos en un malentendido, por no mecionar las juergas en el internado de señoritas o su versión del 11 de septiembre y su coda en el encuentro con Mónica Lewinsky.
Jonathan Ames tiene muchas cosas que contar y lo hace con la naturalidad de los grandes narradores. Se esfuerza por darle una apariencia ligera a su trabajo, pero va cargado de reflexiones sobre la vida y sus accidentes y cómo sobrevivir a ellos. Hay una buena dosis de autoanálisis y siempre encuentra la frase oportuna para refrescar situaciones demasiado solemnes. Es un buen trabajo que salta por encima de los tópicos, aportándoles nueva vida. No se lo pierdan.