jueves, 25 de marzo de 2010

Parker el cazador - Darwyn Cooke

Astiberri Ediciones, 2010.
144 páginas, 18 euros




UN TIPO DURO



Este comic es una adaptación de las novelas de Donald E. Westlake. Para quienes desconozcan el original literario puede servirles de referencia que el personaje ya ha saltado al cine en dos ocasiones. A quemarropa, con Lee Marvin, fue dirigida por Boorman en 1967. Más cercana es Payback, con Mel Gibson y dirigido por un Brian Helgeland especialmente inspirado. Tanto que conseguía que Gibson resultara muchísimo más duro que Marvin, lo cual no deja de ser una tarea casi imposible. En el recuerdo quedan escenas tan gozosas como la del interrogatorio al impresentable del piercing, una suerte de fantasía hecha realidad.





Hablamos de tipos muy duros dispuestos a enfrentarse a la mafia o a quien sea, envueltos siempre en asuntos turbios, de vida o muerte. Les rodean un montón de secundarios que, como es habitual en la mejor novela negra, nos permiten echar un vistazo a lo peor de nuestra sociedad. El encargado de la adaptación es Darwyn Cooke, un dibujante que viene del campo de la animación a quien hace tiempo sigo la pista. Creo que la última vez que lo cité aquí fue en relación con Superman Kriptonita, donde se hacía cargo del guión y dejaba los lápices a cargo de Tim Sale. La misma Stephanie Buscema, la nieta del gran John, nos comentó cuando estuvo por Palma que estaba haciendo una historieta con guión de Cooke.





Como casi todos los dibujantes de comics que han sido antes animadores, tiene un grafismo muy atractivo y poderoso. No es realista como nuestro Guarnido sino más cartoon, en la senda de Bruce Timm al que se parece bastante. Pero Cooke añade a essa simplificación estilizada algunos argumentos más sucios, que lo emparentan con el Mazzuchelli post Año I. Hablo de cierta despreocupación en el trazo y una voluntad gráfica que intenta esquivar los planteamientos más blandos. A mi me gustan los tebos de Cooke, cuando los hojeo. Me gustaron sus The New Frontier, su Spirit, su Felina... Hasta que me puse a leerlos.





El problema es que su narrativa no está tan afinada como su dibujo y a vecs no sitúa bien al lector, las caracterizaciones de los personajes fallan y nos distancia de lo narrado. Además, sus guiones tienden a embarullarse y perder interés. Quiero decir, Timm no sólo parece bonito, es que lo es y además cuenta bien. Y casi todas sus historietas son interesantes si no muy interesantes. Con Cooke uno reconoce su esfuerzo con el color, el impecable estilo de su dibujo y sus evidentes cualidades. Pero todavía no es un buen dibujante de historietas.





Aquí juega con la ventaja de una base literaria que, por momentos, consigue que nos olvidemos de sus debilidades. Su bitono es muy bonito y podemos disfrutarlo, pero su uso poco medido de los textos nos saca del relato. Luego volvemos a entrar cuando el héroe planta cara a la mafia, un clásico en estas historias y que a mi siempre me recuerda a las novelas de Ellroy. Allí los tipos más duros del universo se mean encima cuando, siempre sin pretenderlo, se enfrentan a la organización. Aquí Parker lo intenta y no desvelaré qué le ocurre. En fin, un tebeo irregular que nos deja esperando el próximo Cooke. A ver si esta vez, por fin, consigue acertar.
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jueves, 18 de marzo de 2010

Los ratones Templarios

Bryan J. L. Glass y Michael Avon Oeming
Dolmen Editorial. Palma de Mallorca, 2010.



DE RATONES Y CABALLEROS

Hace pocos años tuvimos el placer de invitar a Michael Avon Oeming al Salón Internacional del Comic del Principado de Asturias, en Gijón. Nos preguntó si su amigo Bryan J. L. Glass podía venir. Esto es algo relativamente habitual y que nos ha deparado algunas agradables sorpresas. Por ejemplo, la segunda vez que invitamos a Mazzuchelli, sugirió que podía venir con un amigo suyo que había estado en Batman y otras series. Resultó ser Mike Mignola, que aquel año se dedicó a regalar a todos los aficionados bocetos de un personaje nuevo que estaba preparando. Lógicamente los frikis se tiraban de los pelos ya que, en lugar de conseguir un dibujito con Superman, Batman o algún héroe “serio”, recibían a una suerte de demonio cuernilargo que nadie conocía. Ya habrán adivinado que se trataba de Hellboy.

Pues bien, Oeming se vino con su amigo Glass y nos quedamos encantados. Aunque prácticamente un desconocido en España, Bryan resultó ser un tipo divertidísimo, siempre con una botella en la mano y una sonrisa en la boca. Hay borrachos insufribles y melancólicos y bebedores que te contagian su alegría de vivir. Glass pertenecía a esta segunda categoría y en gran medida nos ayudó a disfrutar de una edición especialmente complicada. En cuanto salió su Quixote, una versión de Don Quijote con ilustraciones de su amigo Oeming, me lo compré. Ahí sigue, en mi pila de material por leer. Me sentía un poco culpable, así que me alegró ver que se había publicado en español un comic con guión suyo. Era la ocasión de comprobar si su talento como guionista estaba a la altura de su simpatía. Abrí el volumen pensando “quiero que me guste”. Pero no ha sido así.

El argumento no está mal. Oeming y Glass quieren construir un mundo, un universo mágico que retiene porciones de nuestra realidad, pero reordenadas de manera sorprendente. Según leemos en las páginas finales, han elaborado toda una cosmogonía, con dioses y los rudimentos de una religión, que sirven de apoyo a las historias que desean contar. La cosa va de ratas, ratones y otros bichos. Al caer la noche se ponen en marcha y viven una realidad al margen de lo que ocurre por el día, el momento en que sus muchos enemigos despiertan. Entre esos ratones hay unos caballeros-monjes, a la manera de los Templarios, que tuvieron un momento de gloria en el pasado pero que en la actualidad están en franca decadencia. El relato se inicia con unos ratones jóvenes escuchando cuentos sobre la caída de esos antiguos Templarios. Las reminiscencias del Señor de los Anillos y otras sagas de largo recorrido son evidentes y los autores no lo ocultan. Pero también aportan no pocos elementos originales y de interés.

¿Cual es el problema, entonces? Básicamente la puesta en escena. Según vamos pasando las páginas la lectura se vuelve progresivamente más complicada. No distinguimos a los protagonistas, todos los ratones se parecen. Tampoco se nos ubica bien, los escenarios son movedizos y no quedan bien definidos, así que todas las secuencias de acción son un fracaso, lo mismo los diálogos, mal desarrollados y plomizos por su planificación. El color pasa de lo sucio a lo oscuro en exceso. En fin, nos cuesta situarnos desde el principio y así no hay manera de seguir la historia ni identicarse con los personajes. Yo aconsejaría a los autores que estudiaran el Usagi Yojimbo de Sakai, otro tebeo de animales, para entender lo que es una narrativa sencilla y eficaz. Justo lo contrario de su trabajo aquí. Una lástima. Leer más...

jueves, 11 de marzo de 2010

Bouncer 7. Corazón Desgarrado.

Jodorowsky y Boucq Norma Editorial.
Barcelona, 2010.
64 páginas. 16 euros







EL MANCO DEL OESTE

Cuando Bouncer alcanza su séptimo volumen, se anuncia el final de la serie. Ha sido una buena excusa para releerla y comprobar que Jodorowsky sigue en buena forma. También Boucq, por supuesto. Pero es que a estas alturas doy por supuesto que todo el mundo conoce la calidad de este peculiar dibujante francés. Es un talento natural, que emplea de forma prodigiosa el espacio y el color, aunque aquí se centra en sus barrocos rayados y el color informático queda en parte en manos de Florent Bossard. Boucq ha desarrollado su propia serie de humor bizarro, Jerónimo Puchero, pero lleva tiempo colaborando con el guionista chileno. Primero en Cara de Luna y ahora en estas aventuras del Oeste.

Bouncer parece tener su origen en el amor de Jodorowsky por las novelas de Silver Kane, que atesora con pasión de coleccionista. De hecho, le hace un homenaje explícito, dando el nombre del escritor a uno de los personajes. La serie se sigue con mucha agilidad, pasan tantas cosas y tan rápido que los álbumes se devoran con facilidad. Pero al revisarlos notamos que esa frescura se consigue con una complicada mezcla de difícil administración. Primero, una brutalidad muy descarnada. Violaciones, tipos con un hacha en la cabeza, mutilaciones, niños como chacales, sangre a raudales... Jodorowsky no se pone límites y sus personajes presumen de una alegre ferocidad. Que además suele ir sazonada con un inapropiado humor. Éste puede ser visual o verbal, como cuando Bouncer se carga a tres asesinos mejicanos, padre, hijo y nieto, a quienes acompaña un mono. El que queda vivo dice, con su último suspiro: “Mi hijo, mi padre, el mono... yo... la vida no vale... nada”.


Éste es quizás uno de los aspectos que llaman más la atención en la colección. Se abordan dramas terribles, venganzas sanguinarias, asuntos de vida o muerte, pero todo se cuenta con un indisimulado cachondeo. Como cada vez que la enamorada china del protagonista habla, con frases tan poéticas como tronchantes. Cuando descubre que la han casado con un eunuco dice: “¡Su flauta no tiene cascabeles!”. A la que su marido replica que “en orfelinato, cortarme lichis”.
Aparte de todo eso, encontramos la exagerada visión del mundo que suele ofrecernos Jodorowsky, aquí muy bien servida por el dibujo de Boucq, a quien también le agradan los extremos y una belleza siempre convulsa.

El protagonista es hijo de una puta y un indio que busca venganza por la muerte de su tribu. Además es manco y tiene un perro al que le falta una pata, regenta un burdel que cuenta con un camarero enano que se enamora de una india. Los nativos americanos son presentados como guardianes de la sabiduría, comedores de setas que les abren las puertas de la verdadera percepción y otros delirios niueich, en la parte más débil del relato. La fuerte, como siempre, la ocupan los malos. Lo de Jodorowsky son las bajas pasiones, los pecadores, los asesinos irredentos y Bouncer nos brinda una buena colección de ellos.

En fin, una serie muy entretenida con un dibujante excepcional. Historias salvajes que muestran lo peor del ser humano pero también lo mejor, las flores que repentinamente florecen en los más inmundos lodazales. Ese tipo de inesperados milagros que son tan del agrado de Jodrowsky y que siempre nos hacen disfrutar. Leer más...

jueves, 4 de marzo de 2010

NonNonBa - Shigeru Mizuki

Astiberri Ediciones. Bilbao, 2010
412 páginas, 25 euros.

LA TIERRA
DE LOS DIEZ BILLONES

Desconocía todo lo relativo al japonés Shigero Mizuki hasta que hace dos años me topé con una exposición dedicada a su vida y obra en Angoulême. La muestra, muy completa y bien presentada, me permitió descubrir a un autor que sobrevivió como pudo en la jungla de Nueva Guinea durante la guerra. Allí perdió el brazo izquierdo y como era zurdo tuvo que aprender a dibujar con la derecha. En sus planchas recreó esos recuerdos de su infancia y juventud. También llamaba la atención la presencia de demonios, fantasmas y otros seres mágicos. No sé si para sus compatriotas sus fantasmagorías resultan familiares, pero para una mirada occidental eran de lo más chocante y estrafalario.


En fin, todo parecía interesante y atractivo, incluidos los saltos de estilo que ya no sorprenden viniendo de un mangaka como Mizuki. Esto es, dentro de la misma historieta se pasa con naturalidad de zonas de un realismo casi fotográfico, habitualmente los fondos, a otras muy caricaturescas que parecen sacadas de la Escuela Bruguera, sobre todo los personajes. Así que les aseguro que me puse a leer con entusiasmo esta primera edición en español. Entusiasmo que pronto se enfrió, hasta la congelación.


Odio todo lo exótico, ya sean tebeos, películas o novelas. Hay gente dispuesta a tragarse los mayores tostones para apreciar las sutilezas de la ropa regional de algún lugar en el otro extremo del globo, o las proezas coreográficas de determinada tribu del Amazonas, o el hecho de que en no sé qué sitio el postre se sirva al empezar la comida. A mi todo eso me deprime y además despierta mi suspicacia. Cada vez que alguien se me pone intercultural, sospecho que no tiene nada mejor que ofrecerme, más allá de su “diferencia”. Esto es, admito la variedad regional como salsa que adereza un buen plato, pero no cuando pasan a ser la comida principal.

NonNonBa tiene un marcado carácter local, con muchas referencias a situaciones concretas del Japón de antes de la guerra. También viene cargado de supersticiones y alusiones a dioses y demonios muy ajenos a nuestra tradición. Pero a pesar de ello el autor alcanza en algunos episodios una visión muy universal, retratando situaciones y expresando miedos y aspiraciones que todos podemos compartir.



Básicamente son relatos autobiográficos en los que se nos narra la infancia del dibujante, acompañado de una viejecita que le habla del complejo mundo de demonios que nos rodea y de las elaboradas estrategias necesarias para convivir con ellos. Hay momentos en que podemos recordar esos primeros miedos, cuando alguien nos habló del hombre del saco o de una muerte inminente. Funcionan muy bien aquellos pasajes en que se entremezclan esos terrores sobrenaturales con amenazas más mundanas, como todo el episodio de los tratantes de menores. O la descripción del padre, con sus esperanzas frustradas y su peculiar filosofía vital. Este es un volumen lleno de personajes interesantes y que demuestra que se puede ser universal desde lo local, como ya hicieron en su día Berlanga o Ford, por ejemplo. Pero...

El problema es que con todo eso no consigue construir un tebeo entretenido. Esto es, los elementos con que trabaja son interesantes, lo que nos cuenta no. Resulta aburrido y excesivamente moroso en su desarrollo. Hay que esforzarse para seguir leyendo porque muchas explicaciones son demasiado prolijas y el ritmo acaba resintiéndose. Quizás mejore en un futuro, pero este primer tomo es muy decepcionante.
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