viernes, 25 de julio de 2014

HISTORIAS INCONFESABLES de OVIDIE & D'AVIAU, POLVOS CHIC

Historias Inconfesables de Ovidie y D'aviau, edita Kiss Comix, polvos chic
Kiss Comix, 2014.
106 pág. 17,50 €

UN VERANO ETERNO


Ahora que ya estamos en pleno verano les recomiendo que le echen un vistazo a estas Historias. Un dibujante en estado de gracia para unos argumentos que demuestran que se puede ser procaz sin perder elegancia.


Como buenos franceses, los autores se mueven en este género como peces en el agua. O quizás una metáfora más ajustada sería como un racimo de bolas chinas en un culo. Porque de eso se trata. La masiva presencia de pornografía en internet, tanto profesional como amateur, no parece haber menguado la producción de tebeos guarros. Lo que yo supongo es que ahora sus creadores lo tienen más difícil. En los tiempos en que nos deleitábamos con las obras de Levis o Magnus, apenas había una competencia visual seria, ni nuestra mirada se había acostumbrado tanto al crudo realismo del sexo sin excusas. Ahora ya casi nada sorprende y el aburrimiento nos invade cuando asistimos a la enésima repetición de los mismos actos. Por eso entiendo que es un verdadero desafío técnico, por no decir estético o artístico, esbozar excusas argumentales y elegir puntos de vista que presenten como nueva la actividad más antigua de la humanidad.


Historias Inconfesables de Ovidie y D'aviau, edita Kiss Comix - comic sexo
Su guionista, Ovidie, parece saber de qué está hablando. Tiene un currículum que excitaría a cualquier becario. Actriz porno y más tarde también realizadora, ha escrito varios libros sobre esta experiencia y el volumen que firma con el dibujante D’Aviau es su primera incursión en la historieta. No podía contar con mejor cómplice. Sus relatos recorren varios escenarios clásicos en el imaginario sexual, del tren al autobús, de lo público a los escarceos inesperados en el ámbito de lo privado, con el hijo de la amiga, el cuñado o lo que caiga. También, por supuesto, se repasan diferentes prácticas y costumbres sexuales hasta completar un recorrido de lo más sugerente. Si sus argumentos son más ingeniosos de lo habitual en este género, su compañero consigue estar a la altura con un trazo limpio y preciso, tan sensual como bien planificado. Como ya he comentado en otros casos, este tipo de tebeo ha de ser funcional. O pone y por tanto alcanza sus objetivos, o no pone y por tanto puede ser muy bonito pero fracasa. Historias inconfesables pone y mucho, así que en ese sentido debe considerarse un éxito.


Por cierto que ya conocíamos a su talentoso dibujante de una colaboración anterior y muy cercana, Nueve preguntas. En aquella obra colectiva en la que diferentes ilustradores respondían a cuestiones vitales, yo destacaba la colaboración del argentino Tatúm, con una tronchante página con Bettie Page como protagonista. La plancha viene recogida en el interesante catálogo que el IEB ha producido con motivo de la exposición del mismo nombre, Mar de fondo (10€).


La muestra recoge el trabajo de los dibujantes mallorquines más veteranos, pudo verse en Barcelona y pronto iniciará su periplo por las islas. Es una buena oportunidad para repasar las trayectorias de una generación que cambió el rumbo de la historieta española y que todavía hoy busca su espacio específico entre el cómic, la ilustración y el arte. La cuestión es que entre maravillosas páginas de Seguí, Max o Pere Joan, entre otros, de nuevo me quedo con una de Tatúm. No será ni la mejor ni la que cuenta con un dibujo más delicado, pero cada vez que la leo me mondo. Hablo de la del beso. Si le han echado un vistazo al catálogo ya sabrán a qué me refiero y recordarán su perfecta punch line: “¡También sé follar!”. ¡Qué grande!
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jueves, 17 de julio de 2014

LA CANCIÓN DE APOLO de TEZUKA, UNA REFLEXIÓN SOBRE EL SEXO

Portada de "La canción de Apolo" de Osam Tezuka, edita ECC comic, reflexión sobre el sexo y el amor
ECC, 2014.
544 pág. 25 €

SEXO CON MÁQUINAS


El legado de Tezuka es sobrecogedor. No sólo por su volumen, por la ingente cantidad de páginas que firmó. También por su calidad y atrevimiento.


Mientras la publicación de Fénix sigue en marcha, ya hemos disfrutado con la lectura de muchas de sus largas sagas como Buda, Adolf o Black Jack. También con sus relatos cortos, aquellos que sólo cuentan con cientos de planchas, en lugar de miles. Su abrumadora capacidad de trabajo sólo puede compararse con su desbordante imaginación, como esta nueva entrega vuelve a demostrar. En el epílogo el propio autor nos explica que la trama se deriva de un tema de moda en los sesenta, la educación sexual de los niños. A ello unió un contexto social marcado por la violencia estudiantil y sus propios problemas personales. Según explica esa acumulación provocó que el ambiente del manga fuese más oscuro del que tenía pensado inicialmente.

No creo que los seguidores de Tezuka noten grandes diferencias respecto a otras obras suyas. Como en el pasado, vuelve a mezclar lo humorístico con lo dramático, la desesperanza absoluta con los mayores cantos a la vida y demuestra (¡otra vez!) que puede contarnos como nuevo cualquier asunto, por manido que sea. Para muestra la primera secuencia, que tal parece sacada de una vieja y popular película de Allen. Pero en manos del maestro esa carrera de los bichitos con cola para conseguir alcanzar a la reina antes que los demás adquiere un giro dramático que marca el tono de la obra. Aunque ya saben que con el japonés nada acaba de ser del todo blanco o negro. La canción de Apolo es una gran reflexión sobre el sexo, que es tanto como decir sobre el amor y la vida. Para empezar, parte de su opuesto, ese impulso de muerte que domina las pulsiones del protagonista, empeñado en cargarse a todo bicho viviente al que pilla pensando en echar un polvete. Castigado por la diosa del amor, ese desdichado se ve obligado a pasar por una rueda de reencarnaciones a través de la cual debe descubrir el amor. Una excusa perfecta para que Tezuka encadene historias de romances a cual más imposible. En todas ellas las pasiones son explosivas y la desaparición siempre acecha y amenaza con desmoronar los escasos momentos de sosiego del dudoso héroe.


Portada de "La canción de Apolo" de Osam Tezuka, edita ECC comic, reflexión sobre el sexo y el amor
El autor alterna secuencias aparentemente oníricas con pasajes en un psiquiátrico donde se recupera el protagonista. Aunque pronto nos damos cuenta de que en este universo la diferencia entre lo real y lo imaginario es quebradiza. Hay dos relatos más largos, el del entrenamiento para la maratón y el del mundo robot. Astro Boy es posiblemente la creación de Tezuka más popular, un niño-robot que se enraíza en la larga tradición de seres sintéticos de Japón. Hasta hoy mismo han reflexionado sobre las extrañas relaciones entre lo natural y lo artificial, y todas sus posibles y bizarras combinaciones. Aquí se nos habla de una reina robot que siente curiosidad por la reproducción humana. Así que ni corta ni perezosa se pone a practicarla con su esclavo. Uno de los problemas es que ella no tiene genitales. Otro que él debe matarla para devolver el poder a los de su especie. Así que la liquida sistemáticamente… una y otra vez. Desafortunadamente, las máquinas se encargan de clonar a su reina e incluso le añaden las partes que le faltaban. Por si todo esto no les parece lo bastante disparatado les aseguro que hay mucho más.

Tezuka suele mantener posiciones muy científicas, muy objetivas, en su mirada hacia la humanidad. Somos parte de la naturaleza y nos comportamos como otros animales más, lo que incluye nuestro deseo de reproducirnos a cualquier precio. Pero curiosamente es capaz de conciliar esa visión con enfoques tremendamente románticos, donde los amantes siempre encuentran la forma de unirse, incluso a costa de su propia destrucción. Es terrible, es maravilloso.
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viernes, 11 de julio de 2014

ROBERT CRUMB. ENTREVISTAS Y CÓMICS

Robert Crumb Entrevistas y cómics, edita Gallo Nero - The comics Journal
Gallo Nero Ediciones, 2014. 
336 pág. 24 € 

CRUMB NO SE RINDE


Los seguidores de Crumb sin duda disfrutarán con esta recopilación de entrevistas que el autor concedió a la revista especializada The Comics Journal entre 1984 y 1995.


Guste o no su trabajo, el volumen no decepciona por razones diversas. En principio, por lo que tiene de testimonio de una época. El dibujante vivió la explosión hippie de los sesenta y sorprenden sus historias de San Francisco, sus relaciones con el LSD o sus constantes viajes de un lado a otro del país. Llama la atención cuando declara que nunca compró drogas, que simplemente “corrían por ahí”, lo barato que resultaba vivir en el Oeste o cómo sobrevivió, antes de empezar a sacar pasta con sus dibujos, gracias a la asistencia social. Por supuesto, otros recuerdos más personales son igualmente llamativos e interesantes. Como cuando habla de sus hermanos, a quienes descubrimos en el documental de Terry Zwigoff, pero cuyas rarezas el propio Crumb confirma que son muy superiores a lo que podíamos sospechar. Explica que uno de ellos se limpiaba los intestinos introduciendo una larga ristra de tela por la boca y sacándosela por el ano. Había momentos en que la tela ya asomaba por abajo cuando todavía podía verse colgando por arriba. Como además mendigaba por la calle, en ocasiones algunos graciosos se dedicaban a tirarle dolorosamente del extremo superior. También llaman la atención las menciones a su hijo mayor. Así como Sophie, la niña que tuvo con su segunda y actual esposa Aline Kominsky, ha aparecido en numerosas historietas y dibujos suyos, apenas teníamos noticias de Jesse, su primer vástago. El autor explica con claridad la distancia que siente hacia él y cómo eso le impidió utilizarlo en ninguna historieta. Los pasajes que dedica a su hijo son entrañables y dolorosos.

La parte más delirante es cuando habla de política, donde llega a afirmar que los “chinos han hecho unas cuantas cosas bien”, al tiempo que critica la “centralidad” de la Unión Soviética. Menos incoherente se muestra cuando critica a los ciudadanos de USA, a los que dedica una serie de diatribas cargadas de mala leche, desde la comodidad de su retiro francés. Tiene algunas buenas palabras para los europeos, aunque acaba reconociendo que aquí, como en los Estados Unidos, “todo está lleno de idiotas”. Muy divertida es su experiencia colaborando con una revista alternativa. Aunque aboga por la vida en comuna, reconoce que no soporta estar rodeado de “monjas y curas” que le dicen a cada momento cómo debe comportarse y qué debe dibujar y hacer.

Robert Crumb Entrevistas y cómics, edita Gallo Nero - The comics Journal
Sorprendentemente, es más lúcido todo lo que explica en relación con las mujeres. Quizás porque lleva más años en lucha con las feministas, que han criticado con ferocidad las aristas más salvajes de su trabajo. Reconoce su misoginia para, a continuación, afirmar que “también odio a los hombres y a los negros”. En fin, Crumb es un humorista a quien no le preocupa exagerar. Y lo hace constantemente. Lo que intenta es ser sincero consigo mismo. Es muy interesante cuando explica la pauta que reconoce en muchas mujeres a las que descubre atraídas por tipos malos, poderosos. Y agradece que su pequeña fama como dibujante underground le permitiera acercarse a chicas con las que antes no se atrevía ni a soñar. Así puede, según confiesa, descargar gran parte de las frustraciones y la ira que tenía acumuladas contra todas las tías que ni siquiera le habían dirigido la mirada en el Instituto. En fin, la eterna lucha de sexos, que el creador intenta zafar de la esfera política para devolverla al terreno de lo personal.

En ese sentido es curiosa su visita a la Mansión Playboy, adonde acudió acompañando a su mentor Harvey Kurtzman. Crumb nunca ha negado su deuda con él, que le concedió algunas de sus primeras oportunidades laborales y le aconsejó profesionalmente. Pero se muestra muy crítico hacia la fascinación que el maestro sentía por Hefner y el universo Playboy. Kurtzman debía sufrir las constantes correcciones del director, que le pagaba muy bien por producir la serie cómica Little Annie Fannie. Para Crumb, Kurtzman se sentía atraído por el lujo y la diversión que rodeaban a Hefner. Él no se lo pasó bien en la Mansión, donde se dedicó a preguntar a las conejitas si no se sentían manipuladas. Según cuenta, se comportó como un auténtico aguafiestas. En fin, Crumb siempre será ese tipo amargado incapaz de ser feliz, pero que consigue reírse de sus desdichas y además divertirnos con ello.
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viernes, 4 de julio de 2014

OTTO EL CAÑON de BLANCO, DIBUJANTE DEL TBO

Otto el cañon de Blanco edita Amaníaco humor TBO comic
Amaníaco, 2014.
64 pág. 19 €

¡APUNTEN!


Blanco, uno de los últimos dibujantes del TBO, sigue en plena forma. Publica ahora una colección de chistes con un insólito protagonista, un cañón.


Primero, debemos agradecer a los chicos de Amaníaco que hayan decidido lanzar este producto extraño y delicado. Pasados los momentos en que un personaje o serie están de moda, el destino de muchos dibujantes es el olvido cuando no directamente la pobreza. Todos conocemos historias de autores que acabaron pintando soldaditos o, si tenían más suerte, marinas en serie para rellenar paredes de hotel. Eso no ha cambiado mucho. Los creadores veteranos mueren y su obra aparece en la basura o es malvendida por sus herederos. Como no hay nada que se parezca a un museo del cómic en condiciones, páginas que ahora podrían ser adquiridas a unos precios razonables están condenadas a perderse o a pasar a manos privadas y quizás dentro de doscientos años algunos afortunados consigan volver a ver alguna. Pero parece poco probable. Cada vez que algún Ayuntamiento discute qué hacer con un edificio que permanece vacío pienso en las escasas instituciones que almacenan y exhiben planchas de cómic. Algo que permitiría obtener unos merecidos ingresos a los creadores y que sin duda tendría un gran interés turístico y cultural. Y que además presenta una diferencia nada despreciable respecto a los museos de pintura tradicional o de arte contemporáneo, donde las ciudades más pequeñas no pueden competir con las grandes. Madrid tiene el Guernica y aquí nos conformaremos con los apuntes con los que se limpiaba el trasero Picasso. En cambio en el mundo del cómic todavía se pueden conseguir piezas interesantes de casi cualquier autor a precios asequibles. Cualquier ciudad de provincias podría montarse el mejor museo de Europa, si empieza a moverse ya. Teniendo en cuenta el tradicional desprecio académico hacia el medio, dudo que tal cosa ocurra.

Catálogo de Blanco en el Casal Solleric, ajuntament de Palma comic
Imagen vía Extraestudio
Así que nos conformaremos con que algunos de los veteranos puedan disfrutar de cierto reconocimiento en su madurez y vean cómo muchos lectores todavía aprecian su talento. En 2011 dedicamos exposición y catálogo a Blanco en el Casal Solleric de Palma. Ahora sus hijos, preocupados por mantener vivo el legado de su padre, estudian nuevas estrategias comerciales entre las que se cuenta retomar la clásica serie de dibujos de Barcelona, realizada tras abandonar el TBO. Esas láminas, como bien pude comprobar al incluir algunas en el catálogo, sufrían mucho al reducirse de tamaño, gran parte de los detalles que les dan sentido no se apreciaban correctamente. Ahora planean imprimirlas sobre unos sorprendentes soportes que nos permitirán disfrutarlas en todo su esplendor pop. Si todo sale bien, estoy seguro de que serán un gran éxito comercial y harán justicia, finalmente, al esfuerzo que Blanco puso en ellas. Y hasta aquí puedo contar sobre un proyecto todavía en pañales.

Otto el cañon de Blanco edita Amaníaco comic TBO humor antibelicista
Lo que ya es una realidad es este volumen, financiado entre la editorial y la familia y con una tirada muy limitada, que agrupa un conjunto de bocetos guardado por Blanco en una carpeta y que nunca se había editado. De hecho, ni siquiera lo mencionó cuando confeccionamos su catálogo. Su temática antibelicista no lo hacía apropiado para el TBO y el autor ni llegó a presentarlo. Pero la idea le gustaba y continuó construyendo chistes sobre Otto, un cañón al que no le gusta disparar. Esto fue a mediados de los sesenta. Muchos años más tarde, exactamente en 2013, los dibujos reaparecen y se le ocurre que puede retomar el proyecto. Ahora han sido reunidos en una cuidada edición, con un color de acuarela muy discreto y conservando el trazo fresco y sin complejos de los primeros esbozos. ¿Qué puedo añadir? Se lee muy bien, si no tienen problemas con la ingenuidad y la ternura que siempre caracterizaron al mejor TBO. No en vano Blanco fue uno de sus mayores puntales. Todo es sencillo y directo, agradablemente naif. Y a los freudianos les encantará especular sobre el valor simbólico de ese cañón que a veces está muy tieso pero que también se ablanda y se queda fláccido, dependiendo de las situaciones y de su estado de ánimo. Nunca se fíen del humor aparentemente sin aristas.
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